La sanción disciplinaria debe
procurar cambiar la conducta disvaliosa del trabajador y no ser aplicada como
un mero castigo por el incumplimiento de las normas del trabajo.
De acuerdo con la normativa
laboral, el empleador podrá aplicar sanciones al trabajador que parten de una
simple amonestación, pasando por un llamado de atención más severo, o la
aplicación de suspensión de concurrir al trabajo y el descuento de haberes,
desde un día a un máximo de 30 por año, o incluso el despido.
Asimismo es importante recordar
lo dispueto por el art. 69 de la LCT, que dice “No podrá aplicarse sanciones
disciplinarias que constituyan una modificación del contrato de trabajo”.
Lamentablemente muchas veces se
utiliza el instituto de la suspensión teniendo en miras aplicar un castigo al
trabajador, y en otras es el camino, de reiterarse los incumplimientos, que
conlleva al final la desvinculación con causa, es decir sin pagar
indemnizaciones de ningún tipo.
Dejando de lado aquellos casos
irrecuperables, que en realidad existen y que la tolerancia será una injusticia
o mal ejemplo para el resto de los trabajadores de buen desempeño, es necesario
tener en claro que la aplicación de sanciones debe procurar el cambio de
actitud del trabajador y como tal es pertinente en ocasión de aplicar una
sanción disciplinaria, o inclusive antes de llegar a ella, hurgar en los motivos o circunstancias que
determinaron el incumplimiento.
En tal sentido al producirse la conducta
disvaliosa, es imperioso analizar la situación consultando a los supervisores o
jefes del empleado, las características del trabajo que desempeña e incluso la
personalidad de éste, o las circunstancias que rodearon el incumplimiento.
El paso siguiente será mantener una entrevista con el trabajador para
darle la oportunidad de expresar los justificativos o atenuantes si los hay, y
saber si la falta obedece a una circunstancia propia del empleado o tiene que
ver con algún aspecto de la organización.
En ocasión de llegar a la
conclusión que es responsabilidad del empleado, el profesional de Recursos
Humanos y, eventualmente el jefe del empleado, deberán antes de aplicar la
sanción explicar al empleado el hecho
negativo de su conducta y las consecuencias y perjuicios que ellas provocan, instándolo
a que tales acciones no deben repetirse porque atentan contra los objetivos de
la empresa y, eventualmente, el de sus jefes y compañeros.
La sanción para ser efectiva
tiene que ser justa y ser apreciada como tal por quien la recibe y el resto de
sus compañeros de tareas. De ahí la importancia de que todos los involucrados
conozcan el hecho y sus circunstancias. Si es necesario -de acuerdo a las
características del incumplimiento y la sanción- deberá ampliarse la
información, ya sea en forma verbal o por escrito mediante un comunicado, al
resto de los trabajadores que conozcan o deban conocer los hechos.
Una sanción bien aplicada y
explicada, no sólo debe beneficiar a quien la recibe, sino que debe ser
visualizada por el personal como un acto de equiedad y justicia, especialmente
para aquellos trabajadores que se esmeran en cumplir todos los aspectos que hacen a un buen
desempeño.